Jueves, 10 de abril de 2025 | 5° Semana del Tiempo de Cuaresma

📖 Del santo evangelio según san Juan (Jn 8, 51-59)

«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».

Los judíos le dijeron:

«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».

Jesús contestó:

«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».

Los judíos le dijeron:

«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?».

Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».

Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.


🙏 Comentario

Apedrear a quien no entendemos, a quien nos confronta. Esa fue la actitud de los judíos para con el Maestro. A pesar de ser muy religiosos, estaban cegados espiritualmente para entender su mensaje. Tanto que querían apedrearlo. La religiosidad no siempre es sinónimo de espiritualidad.

Aye veíamos que la verdad nos hace libres. Hoy el Señor nos dice que guardar su Palabra es necesario para no morir. Pero no se refiere a la muerte como final de la vida, sino a una muerte espiritual, a la separación de Dios. Los judíos no lo entendieron. He ahí lo peligroso de condenar, señalar, juzgar y buscar acabar a quien no entendemos.

El discípulo más que un oyente de veraículos y homilías, debe ser alguien que viva la Palabra. Para tener vida eterna -en el aquí y el ahora, y 'post mortem'- es necesario poner en práctica el evangelio. Seguir a Cristo debe llevarnos a decir un 'No' rotundo a toda violencia y un 'Sí' permanente a la vida, al amor, a la dignidad, a la verdad, a la salvación.

Los judíos intentarían acabar con Jesús y lo peor es que creían que haciéndolo agradaban a Dios. Que sea el momento para levantar la voz y decir enfáticamente lo siguiente: en nombre de Dios, de los sagrado, de la biblia, la violencia no puede ni debe normalizarse. Que la cruz de Cristo nos denuncie nuestras incoherencias y que su resurrección nos transforme en hombres y mujeres constructores de paz, de reino, de unidad, de esperanza y de Iglesia.


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A pesar de ser muy religiosos, los judíos estaban cegados espiritualmente para entender el mensaje de Jesús, tanto, que querían apedrearlo. La religiosidad no siempre es sinónimo de espiritualidad. A veces raya con el fanatismo y causa daño.

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