Domingo, 2 de marzo de 2025 | 8° Semana del Tiempo Ordinario

📖 Evangelio según san Lucas (Lc 6, 39-45)

En aquel , dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».  


🙏 Comentario

De lo que hay en el corazón rebosa la boca. Jesús es un Maestro experto de la introspección. El problema está en el corazón que muchas veces es inhumano, mezquino, egoísta, hipócrita, pendenciero. Luego, las palabras expresan lo que hay dentro. Por más fachada y apariencia que podamos construir, al final se puede conocer lo que hay en el interior por lo que hablamos.

Bondad y maldad, la lucha que se entabla a diario en el corazón. Nuestras palabras y acciones dan testimonio de lo que llevamos dentro. Estar herido, roto, fracturado, predispone a tener actitudes basadas en el dolor y el miedo. He ahí que haya que sanar pues un árbol sano da frutos sanos, mientras que un árbol no sano da frutos malos.

Ante estas realidades está la buena noticia: Jesús ha venido para darnos vida en abundancia, para sanar nuestras heridas, para salvarnos y santificarnos. Pero primero hay que reconocer que estamos heridos y que somos malos, hay que aceptar la realidad que somos y correr a los brazos de Jesús. Quien se empeña en negar, quien construye fachadas, quien aparenta no tiene la disposición para ser transformado y salvado.

Un ciego no puede guiar a otro ciego. Quien se cree perfecto, inmaculado, santo, posiblemente está ciego de orgullo y soberbia. Por ende, no puede ver su propia realidad, la verdad de su corazón. Lo mejor sería dejarse acompañar para poder ser sanado, para que pueda recuperarse y ver, y no pretender ser maestro de nadie. Llegará el momento en que vea, sane, se recupere, y entonces podrá acompañar el camino de otros. Pero primero lo primero: hay que respetar los procesos y sanar el corazón, hay que sacar la viga en el ojo propio antes que mirar la mota en el ojo de los demás.


💌 Mensaje

Por más apariencia y fachada que se construya, la boca terminan revelando lo que hay en el interior. Un ciego no puede guiar a otro ciego. Hay que respetar los procesos y sanar primero el corazón antes de pretender ser guía de otros. 

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