Viernes, 14 de febrero de 2025 | 5° Semana del Tiempo Ordinario

 📖 Evangelio según san Marcos (Mc 7, 31-37)

E​n aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis.

Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos e​n los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. ​​Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «​Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».


🙏 Comentario

"Ábrete", dijo Jesús, y el "sordo" comenzó a oír y hablar. La vida de aquel hombre fue diferente después de encontrarse con Jesús. Creo yo que la gratitud desbordó su corazón. Poder oír y hablar claramente fue de esos privilegios de los que comenzó a gozar 

Nadie le pidió a Jesús que lo curara, la petición fue que le impusiera sus manos, es decir, que le bendijera. El milagro brotó del corazón compasivo de Jesús que siempre va más allá de lo que le pedimos.

Escuchar y hablar deben ser una gracia que hay que pedir constantemente. Aunque no seamos sordos, espiritualmente necesitamos que esos sentidos se agudicen. Escuchar a Dios y su Palabra se hace necesario para conocerle y amarle; hablar de Dios, de amor, de Esperanza es indispensable para servirle.

Cuando Dios quiere sanarnos muchas veces hace como con este hombre: (1) nos aparta de los demás para que tengamos intimidad y (2) toca nuestro cuerpo con el suyo. Tener ratos de intimidad con él y recibir su cuerpo y su sangre en la eucaristía es fundamental en todo proceso de sanación. Si de verdad queremos escucharle y hablar de sus maravillas necesitamos ponernos manos a la obra.


💌 Mensaje

Apartarse para tener momentos de intimidad con Dios y dejarse tocar por Él es necesario para sanar. Quien no busca la sanación interior no puede amar ni ser amado correctamente. Y una vida sin amor es padecer de limitaciones como aquel hombre sordo.

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