Martes, 25 de febrero de 2025 | 7° Semana del Tiempo Ordinario

📖 Evangelio según san Marcos (Mc 9, 30-37)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará»​.​ Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutían por el camino?». Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.

Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos»,

Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino​ al que me ha enviado»​.



🙏 Comentario

Jesús iba preparando a sus discípulos. Nótese que ellos aún no están maduros en la fe. Por eso discuten mientras van de camino, les preocupa ser importantes, ocupar el primer puesto en el Reino, gozar de estima y hasta reconocimiento... No entienden nada del segundo anuncio de la Pasión. En su ignorancia aún no asimilan que el seguimiento a Cristo, el discipulado, trae consigo renuncias, sacrificio, entrega, cruz.

Los niños en aquella época no contaban, eran "invisibles", marginados. El Señor les da una enseñanza tomando a un niño: "El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí". Él quiere aterrizarlos, ayudarles a tomar consciencia: fueron llamados para servir y dar la vida, para acoger a los invisibles, a los marginados, a los últimos de la sociedad; no para discutir entre ellos por el primer puesto, por el prestigio, la fama, la honra social.

Como cristianos, estas palabras no caen como anillo al dedo. Seguir al Maestro implica acogerle, y uno lo acoge cuando acoge a los últimos, a los olvidados, a los marginados, a los nuevos niños. Hay que descubrir y redescubrir la propia vocación y recordar aquello de que quien quiera ser el primero debe ser el último. Las ansias de poder y honor no deben seducirnos ni tampoco dominarnos. Estamos en este mundo para amar y servir, para embellecer y transformar, para compartir y dignificar... para creer y ser santos. No es creíble un cristiano que compita con otro por un puesto de poder, una posición social, o incluso un cargo eclesial. Jesús nos llamó a ser hermanos y a crecer juntos, en comunidad. Y para que ello sea una realidad es necesario dejarnos formar y corregir por Jesús.


💌 Mensaje

Los niños no contaban en aquella época, eran invisibilizados, excluidos y hasta marginados. Acoger a un niño significaba ponerse en último lugar con los últimos. Como cristianos estamos llamados a luchar contra las ansias de poder, honor y prestigio.

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